Reproducimos dos artículos publicados en el Correo de Burgos.

El primero habla de la DULZAINA, y aprovechamos para dar el pésame desde Mecerreyes a la familia de D.ALEJANDRO CÉSPEDES, fallecido el 11 de agosto de 2010 a los 76 años de edad, no era de Mecerreyes (era natural de Medina de Pomar), pero nos acompañó varios años como presentador de la Muestra de Dulzaina, también participó en la final de Campaneros celebrada en Mecerreyes y bastantes años atrás nos concedió una entrevista para la Revista Mecerreyes sobre la fabricación de dulzainas. Por todo ello queremos quedarnos con un bonito recuerdo de esta buena persona, buen sacerdote (fue durante 36 años cura de la parroquia de El Salvador del barrio de Capiscol de Burgos), y buen dulzainero. Descanse en paz.

 

El segundo artículo habla del Camino del Cid y del albergue «La Corneja» de Mecerreyes.

 

La dulzaina, viaje del ocaso al esplendor

El fallecimiento de Alejandro Céspedes, los 25 años de la asociación de amigos y las fiestas populares ponen de actualidad este instrumento, que estuvo al borde de la muerte
Jue, 26/08/2010
 

A.S.R. / Burgos
Allí donde ella campa reina la alegría, muchos mozos han humedecido sus labios por primera vez en su boca y hasta los santos bailan a su son. La dulzaina es la niña bonita de los pueblos burgaleses cuando asoma la cuesta de agosto y suena a jota en la plaza. Nada serían la Virgen y San Roque sin ella. Es una de las protagonistas del verano y esencial en las fiestas patronales. Una relevancia que este año es mayor. El 22 de noviembre se cumplirán 25 años de la creación de la Asociación Amigos de la Dulzaina y huérfana se ha quedado recientemente tras el fallecimiento de Alejandro Céspedes, músico, maestro y artesano, que arrimó el hombro en los setenta para sacarla del pozo en el que se estaba hundiendo más, y más, y más… Se contonea lozana la dulzaina hoy, pero no siempre fue así. Herida de muerte agonizó en los cincuenta tras haber vivido alegremente desde la segunda mitad del siglo XX.
«La Guerra Civil determina una pérdida importante, pero también las nuevas formas de música introducidas a través de las orquestinas, las orquestas de jazz con batería, cajón, chaston, bombo y dos saxofones hace que los pueblos eliminen la dulzaina por otras sonoridades nuevas», analiza Miguel Alonso, director de la Escuela Municipal de Dulzaina y presidente de Amigos de la Dulzaina.
Llegaron los setenta. El instrumento entraba en coma. Quedaban pocos dulzaineros en la provincia burgalesa. Sólo los municipales de la capital, necesarios para los actos de protocolo, se mantenían. Fuera de la Casa Consistorial pocos quedaban. Ahí estaban Lidio Portal y Simón Altable (Mecerreyes), Teófilo Arroyo (Sotillo de la Ribera), Ángel Rodríguez (Los Balbases), Pedro Barcina (Moneo), Joaquín Vivar (Susinos del Páramo) y Felipe González (Cillaperlata). También resistían en Salas, Contreras y Castrillo de la Vega. No eran suficientes. Se encontraba al borde de la muerte.
A mediados de los setenta empezó a ver la luz. Algunas iniciativas aparecieron como el mejor oxígeno para su supervivencia: Concurso de Flauta, Pito y Dulzaina de la Provincia, organizado por Justo del Río para animar a los chavales a tocar este instrumento -se mantuvo 25 ediciones hasta que se consideró alcanzado el fin para el que había nacido-; tres focos de formación autodidacta en torno a Justo del Río, Alejandro Céspedes -en Capiscol- y Javier Hernando, que representaba la tradición familiar ya que su padre, Anastasio, también había tocado; y la aprobación de la creación de la Escuela Municipal de Dulzaina en 1977, aunque no se pondría en marcha hasta dos años después.
Un hecho importante en la mejoría del enfermo fue el estado de las autonomías. «Contribuyó mucho al rescate de todo lo autóctono y folclórico. Buscaba en aquello que diferenciaba a cada territorio con el vecino. Se trataba de hallar su propia idiosincrasia, su propia forma de ser, de hacer… Esto hace que se vuelque en la recuperación de la dulzaina en Castilla. Hasta entonces sólo funcionaban las escuelas de Burgos y Segovia, que hoy día siguen siendo referentes, y luego se abrieron centros en todas las capitales de provincia de la Comunidad», recuerda Alonso.
La dulzaina lucía sus mejores colores. La convalecencia había terminado. La buena salud se reflejaba en las extensiones de la Escuela Municipal de Dulzaina abiertas en Capiscol y San Cristóbal, que se unían a las clases impartidas en la sede central, en la calle San Lorenzo.
El viaje del ocaso al esplendor concluye en los años ochenta. La dulzaina vuelve a ser la reina de todas las fiestas. «Ya hay bastantes músicos que han salido de la Escuela de Dulzaina y que son llamados desde los muchos pueblos que inician la vuelta a sus tradiciones, donde siempre había jugado un papel importante este instrumento», expone Alonso, quien sitúa el alta definitiva en el año 1985. Ya no se teme por su desaparición.
Y para impedir una recaída y brindarle mil y una caricias se crea la Asociación Cultural Amigos de la Dulzaina. «Pretende crear unos lazos de convivencia y de intercambio de experiencias entre los dulzaineros y poner en marcha una serie de actividades», apunta su presidente, quien, entre éstas, destaca el Día del Dulzainero, aún vigente.
Tiene alrededor de 200 socios, más de la mitad de la provincia burgalesa y los demás, del resto de Castilla y León.
Fase experimental
Han debido hacer bien su trabajo y los mimos no le han faltado a la dulzaina. Miguel Alonso habla de una fase de experimentación en la actualidad, tras las pasadas centradas en la recuperación urgente y en la creación de grupos como Bardulia, Atabal, Támbara, Los Serranos o Los Anises, ya consolidados.
Ese paso por el laboratorio se refleja en su combinación con otros instrumentos. Ahí queda su maridaje con el saxofón (Atalaya), con la guitarra (Nuevo Mester de Juglaría), con el piano (Raquel del Val y José Antonio Morcillo) e incluso en formaciones de pop y rock. Hasta se ha asomado a las orquestas sinfónicas. Este coqueteo ha propiciado su entrada en los conservatorios. Hace tres años se aprobó una ley para que la dulzaina se incluyera en los planes de estudio en las comunidades donde es un instrumento tradicional. Segovia es la única que lo imparte en Castilla y León.
Su irrupción en estos espacios se ha encontrado con el rechazo de los profesores, que no olvidan su raíz popular. Unos orígenes que ella lleva a gala.
Y es que aunque algunos quieran borrar su pasado de juergas y pintarla un futuro de salón -donde, por supuesto, también entra-, la dulzaina es un instrumento con cuerpo de jota, callejera, vital, alegre, entusiasta…

Las chicas también la saben tocar
La dulzaina fue pero no sigue siendo cosa de hombres. El gusanillo ha picado a las mujeres. Ya en el primer curso de la Escuela Municipal de Dulzaina se inscribió una chica. Todos aplaudieron su valor. Treinta años después continúan llegando féminas a la calle San Lorenzo, pero aún son una minoría. Sólo el 10% del alumnado es de sexo femenino y pocas son las que se mantienen en activo. Ellas suelen apuntarse cuando tienen entre 10 y 12 años animadas por sus padres. Signo de que la mentalidad ha cambiado y derribado clichés.

 

EL CORREO DE BURGOS

Desarrollo rural al hilo del Camino del Cid

Las iniciativas tanto públicas como privadas para crear alojamientos van en aumento
Lun, 30/08/2010

N.E. / Burgos
Desde los más básicos puntos de acogida para caminantes hasta los albergues de iniciativa municipal, sin olvidarse de las nuevas casas rurales con todas las comodidades, promovidas por emprendedores. Estas son las posibilidades que en materia de alojamiento han surgido al hilo del Camino del Cid que se va desvelando como un motor de desarrollo de las poblaciones que atraviesa en la provincia de Burgos.
La diputada y vicepresidenta del área provincial de Cultura, Pura Arranz, destaca que poco a poco están surgiendo iniciativas tanto desde los ayuntamientos, que quieren promocionar este recurso turístico para darse a conocer, como por parte de empresarios que ven la posibilidad de montar un negocio hostelero en la ruta que siguió el Cid hacia su destierro. «El interés es creciente como estamos observando en las reuniones que de forma anual se promueven desde la Diputación y desde el Consorcio del Cid con los ayuntamientos», aseguraba.
Recuerda que existen líneas de ayudas a través de la Junta de Castilla y León y de la propia Diputación tanto para fomentar los proyectos públicos como los privados. Arranz indica que desde la Diputación se ha solicitado a la Administración regional que priorice aquellas iniciativas municipales de poner en marcha albergues en aquellas localidades que pertenecen a esta ruta, igual que en otras redes de caminos.
También la propia Institución Provincial pone a disposición de los emprendedores ayudas económicas para proyectos de hostelería, ya sea de alojamiento o restauración, a través de las ayudas para iniciativas empresariales del área de Planes Provinciales.
Satisfacción en Mecerreyes
Una de las últimas incorporaciones a la red de alojamientos ha sido el albergue de Mecerreyes. El Ayuntamiento de la localidad se implicó en la restauración de un inmueble en el que ahora existen 21 plazas, con cocina, aseos y salas de estancia comunes para los peregrinos. Julián Vicario, alcalde de la localidad, hace un balance positivo después de casi dos meses desde su apertura. Cerca de un centenar de personas se han alojado en  este tiempo en estas instalaciones y, además, asegura que se han ido satisfechos con los servicios prestados por este albergue de gestión municipal. «El número de personas que se ha acercado a Mecerreyes se ha incrementado y tenemos perspectivas de que siga esa misma línea porque el ‘boca a boca’ está siendo muy buena promoción», asegura Vicario.
Mecerreyes destinó 158.000 euros a rehabilitar un inmueble de la localidad que ahora se ha convertido en un nuevo atractivo. Las personas que estén haciendo el Camino del Cid apenas deben abonar cinco euros por pasar la noche en este nuevo albergue.
Por su parte, la alcaldesa del municipio cuna de Rodrigo Díaz de Vivar, Vivar del Cid, Ana María Marín, destaca que en los últimos años se han abierto cuatro casas rurales y varios negocios de restauración. «Los promotores han restaurado casas respetando la arquitectura tradicional de Vivar y eso supone un doble beneficio», explica Marín.
Esta pedanía de Quintanilla Vivar también está promoviendo la construcción de un centro de recepción de visitantes. Esta iniciativa pública se ha visto perjudicada por la crisis de la construcción ya que las obras están en la actualidad paradas hasta que se pueda resolver el contrato con la empresa que resultó adjudicataria para que se vuelvan a reiniciar.
Otros municipios del Camino del Cid están viendo nacer sus propios proyectos. El Ayuntamiento de Los Ausines es uno de los interesados en contar con un albergue, mientras en Modúbar de San Cibrián existen proyectos privados para poner en marcha casas rurales, según recuerda el gerente del Consorcio Camino del Cid, Alberto Luque.
Mientras se logra la financiación necesaria en Los Ausines para abrir ese albergue, el municipio pone a disposición de los viajeros un lugar donde pasar la noche. Este espacio forma parte de la red de puntos de acogida del Camino del Cid.
Cubillo del Campo es otra de las localidades burgalesas donde existe un punto de acogida.
En Quintanarraya o Caleruega existen soluciones intermedias entre el punto de acogida y el albergue. En el primero de los municipios, el ayuntamiento ha habilitado una casa con una habitación, tres camas, cocina y servicio de ducha y baño. Mientras en Caleruega existe un espacio singular donde los viajeros pueden pernoctar. Se trata de un lagar del siglo XIX reconvertido a albergue que cuenta con duchas y colchonetas, precisa Luque.
La iniciativa privada ha puesto en marcha casas rurales en localidades como Retuerta y Peñacoba. Además, otras localidades más grandes como pueden ser Huerta de Rey o Santo Domingo de Silos cuentan con una infraestructura hotelera más grande, pero también implicada en la ruta ya que en sus establecimientos se puede sellar el salvoconducto que marca el paso de los viajeros.