La Semana Santa nos dio la bienvenida con un Domingo de Ramos de sol. Fue un día bonito porque se respiraba ya un ambiente de semi vacaciones: había mucha gente en el pueblo. Como ya venimos haciendo los últimos años tuvimos la bendición de los ramos en la Plaza y desde allí subimos por la calle La Escuela, entre cánticos, hasta la Iglesia. El pendón, la Cruz parroquial buena, los ramos, los trajes de fiesta…, todo contribuyó a tener una celebración de lo más bonita. Ya sabéis lo que dice el refrán, El Domingo de Ramos quien no estrena, se le caen las manos; pues muchos de los presentes ese día lo cumplieron.

Los días previos a la Semana Santa tuvimos las tradicionales charlas cuaresmales que nos permitieron tener un contacto directo con la Biblia; de lunes a jueves estuvimos profundizando en distintos aspectos de la vida de Jesús; fueron charlas muy entretenidas porque el manejo de la Biblia siempre atrae. Además estos días nos permitieron prepararnos para la celebración penitencial que tuvimos el Lunes santo; un acto que parece secundario pero no lo es porque nos dispone a celebrar la Semana Santa con otro aire y una vivencia espiritual más intensa.

De esta manera llegamos al Jueves Santo, primero de los grandes días de la Semana Santa. Por la mañana los niños tuvieron una celebración penitencial; se juntaron doce de Mecerreyes y Cubillo del Campo; fue una celebración especialmente pensada para ellos: los símbolos, las actividades, las reflexiones…, les ayudó a comprender la importancia de seguir a Jesús.

Por la tarde tuvimos la celebración de la Misa de la Cena del Señor -con la que se abre el triduo pascual-, muy solemne y con una gran profundidad tanto en la homilía como en los silencios de adoración e interiorización. Tras la comunión se llevó en procesión al Santísimo para dejarlo en Reserva en el Altar de la Virgen del Rosario, donde permaneció para la adoración y la oración hasta la celebración del Viernes Santo. Mientras un grupito de personas quedaba en oración, el grueso del pueblo se juntó en el Ayuntamiento para la subasta de los cirineos, que se resolvió rápidamente por 20 €. Tras ella, acompañados de los tradicionales cacahuetes, vino y fruta los asistentes estuvieron un buen rato en un entretenido diálogo.

A las 11 de la noche dio comienzo la Hora santa, en la que un grupo de unas 25-30 personas estuvimos orando al ritmo y con las indicaciones que el grupo de jóvenes que acompañaba a Miguel Ángel habían preparado sobre los lugares en los que Jesús pasó la fatídica noche en la que fue entregado; la oración fue intensa y nos permitió profundizar en los acontecimientos previos a la Pasión. Tras la Hora santa, el grupo de jóvenes tuvo un Vía crucis nocturno para completar la oración.

El Viernes santo amaneció con agua nieve; ya a las 9, cuando subimos a rezar laudes, nos pusimos en lo peor: el Vía crucis posiblemente tendría que realizarse en el interior de la Iglesia. Y así fue; a la 1 del mediodía llovía y hubo que rezarlo sin salir a la calle. Los que se habían preparado para hacer de cirineos tendrán que esperar al próximo año, les emplazamos a ello. Antes de comenzar con el Vía crucis visionamos un corto que nos explicó el sacrificio del Padre, la entrega del Hijo y el misterio de la Redención, además de la tradicional petición de perdón en la que subieron al altar unos cuantos fieles. La asistencia fue muy numerosa aunque muchos se fueron marchando a medida que avanzábamos en el rezo de las estaciones.

Los niños también rezaron el Vía crucis a media mañana. Así se sumaron a los turnos de oración que desde primera hora de la mañana y hasta última de la tarde se fueron sucediendo para que el Señor estuviera siempre acompañado.

Por la tarde tuvimos la celebración de la Pasión en la que los niños pusieron voz a los distintos personajes: Pilato, Pedro, la criada, los soldados… Con la misma devoción y profundidad del día anterior, transcurrió la celebración. Dejamos la Iglesia con una sensación agridulce: por un lado entristecidos por la poca gente que subió a tan importante celebración dentro de la Semana Santa y por otro, esperanzados en que la renovación del anuncio de la Resurrección pronto llegaría.

El sábado por la mañana con unos copos de nieve generosos, nos juntamos a rezar laudes; no subimos hasta la Iglesia porque había cuajado un poco y las escaleras estaban resbaladizas y peligrosas para la gente mayor, y nos quedamos en la capilla de la casa rectoral. No hubo más actos hasta la noche; a las 10:30 en punto comenzamos la gran celebración de la Vigilia pascual, en la que nos juntamos un grupito de fieles del pueblo, de Burgos y de Hontoria de la Cantera; en porcentaje nos ganaban los foráneos a los guiletos. La celebración fue intensa, profunda, llena de sentimiento y fervor. Es una de esas celebraciones que te reafirma en la fe; aprovecho para invitaros a todos a participar más en los actos litúrgicos de la Semana Santa, que son los actos verdaderamente importantes de estos días. La bendición del fuego, el encendido de los cirios, el anuncio solemne de la Resurrección con la proclamación del pregón pascual, el repaso a la historia de la salvación con las 9 lecturas bíblicas, la renovación de las promesas bautismales y la celebración eucarística fueron sucediéndose a lo largo de una hora y tres cuartos, que se nos hizo brevísima. El grupito de jóvenes preparó con gran esfuerzo la celebración más importante del año para los cristianos.

El Domingo de Resurrección tuvimos la procesión del Encuentro en la que Jesús resucitado se aparece a María y le da la noticia esperada: está vivo porque Dios le ha rescatado de la muerte y le ha convertido en Señor de vivos y muertos. Tras el encuentro la Virgen fue despojada de sus vestidos negros y lució un blanco traje de alegría y fiesta. La misma alegría y fiesta que tuvimos a lo largo de la Eucaristía pascual.

Después de unos días tan intensos sólo nos queda decir una cosa: Feliz pascua de Resurrección. Y que la alegría del Resucitado impregne nuestras vidas y nos ayude a afrontar el quehacer cotidiano con otra motivación y desde una perspectiva más profunda.

Miguel Ángel Saiz