11 de Noviembre: San Martín, el santo de la buena gente

A mi abuela Felisa, +11-XI-2001

Cuando visito una iglesia, catedral o cualquier monumento disfruto contemplando los altares, retablos, cuadros, estatuas… Me gusta mirarlos e imaginar historias reales o inventadas. ¿Quién sabe, a lo largo de una vida como la mía, ya en años avanzada, qué es lo real y qué lo soñado? Yo no lo tengo nada claro, y la verdad, tampoco me importa mucho, pues lo importante es sentirse vivo y disfrutar lo que uno ama.

Vuelvo a la iglesia de mi pueblo, iglesia que tan bien conozco y me trae tantos y tan buenos recuerdos… En el pórtico había una pequeña estatua del compasivo Martín*, joven soldado, partiendo la capa para entregársela al pobre mendigo que tenía frío. Martín, conmovido en sus entrañas por ese pobre, le dio lo que tenía.

Entro en la iglesia. En el altar mayor, otra vez San Martín, ya de obispo. Ahí le tenemos. ¡Cuántas veces he pensado que está ahí precisamente por eso, por haber hecho el bien, por haber compartido su capa, por haber sido una buena gente! Y porque fue bueno y de corazón generoso le tenemos ahí, como nuestro modelo y patrón. Miro hacia el santo obispo Martín y siento que es como un homenaje a tanta buena gente que hemos conocido y conocemos. Han pasado por la vida haciendo el bien, nos han querido, nos han ayudado a vivir, nos han dado lo mejor de sí mismos… Ahí están, en el retablo de  la iglesia y en el altar de nuestro corazón.

¡11 de Noviembre de 2018! Veo a la buena gente en los lugares más sencillos y naturales: las casas familiares, las calles, los caminos, las huertas, Carredondo, Carrelara, Mamblas…

Pasear por las calles del pueblo es recordar personas que vivieron junto a nosotros, nos llamaron por nuestro nombre, nos atendieron y se preocuparon por nosotros… De ellos aprendimos las cosas más importantes de la vida y siempre estarán en lo mejor de nuestro corazón. ¡Cuántas veces hemos dicho y sentido que sin esa historia, sin esa palabra, sin esa circunstancia, sin esa persona hoy no seríamos lo que somos! Yo siento que es verdad.

Decía al inicio de estas líneas que me gusta contemplar las imágenes de las iglesias que visito. Y hay una muy especial, la que me recibió casi recién nacido, mi pequeña y hermosa catedral de Mecerreyes, testigo de tantos acontecimientos que han iluminado nuestras vidas y que algún día será testigo también de nuestro adiós definitivo. Es la vida…

Paseo con mi mirada mi Iglesia llena de santos… Uno de ellos, San Martín. Hoy, estemos donde estemos, le recordamos con emoción y con cariño. Y de alguna manera, en este día tan especial todos vamos en procesión por las calles de nuestro pueblo, con nuestro patrón. Lo sentimos. Seguro que los que estáis allí nos sentís también.

San Martín, modelo de buena gente. Las historias que de él y otros como él me contaron han enriquecido mi vida y le han dado un color especial.

Regreso a las calles de mi pueblo: Personas, nombres, historias, familiares, vecinos, amigos, recuerdos… ¡Siguen vivos y hacen que cada día seamos un poco mejor! De esto tan sencillo y tan grande se trata, de ser una buena gente más. ¡Feliz día para todos!

¡VIVA SAN MARTÍN! ¡VIVA MECERREYES! ¡VIVA EL ACOMPAÑAMIENTO!

N.: Digo había, porque estoy seguro que algún día no muy lejano volverá a lucir… Nuestros santos se lo merecen.

Iglesia San Martin – Mecerreyes